El incendio de Las Médulas pone en riesgo un paraje declarado Patrimonio de la Humanidad y deja a los vecinos impotentes: denuncian que la desorganización y las órdenes de desalojar, lejos de protegerlos, les impidieron colaborar en la extinción y proteger sus pueblos. Muchos sostienen que, si no fuera por la intervención vecinal, todo habría ardido. La reconstrucción sigue en manos de despachos ajenos al territorio, mientras crece la frustración por la falta de prevención e inversión real en el Bierzo.
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En la españa que hay detrás del telón quien gestiona las desgracias también se lleva su parte.
Si algo arde es que no se han tomado las medidas suficientes antes, las medidas ahora son riesgo vitales por evitar daños materiales con recursos improvisados.
Es lo que pasa con las cervecitas en la terraza.
Pocos años después una reforma en la fábrica de harina desató un incendio y fuimos los primeros en llegar a la carrera. Unos chavales de ciudad defendiendo el pueblo de los abuelos, puro campo en ambos casos. Con ramas que allí había, algo hicimos en un flanco, hasta que llegó el grupo de forestales.
Como han cambiado las cosas.