Pese a todas las promesas sobre el coche eléctrico, la realidad son precios complicados, baterías con una autonomía que no convence a casi nadie y cargadores desaparecidos en combate. La idea sonaba bastan bien, con coches limpios, silenciosos y baratos. Pero en la práctica, los modelos más accesibles rara vez bajan de los 30.000 euros. Y cuando lo hacen, llevan baterías que ofrecen autonomía algo ajustada . Tampoco es que haya una opción para la segunda mano: los eléctricos usados bajan de precio rápido, pero con baterías ya degradadas
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