En 2016, el Gobierno tayiko contrató a la empresa italiana Salini Impregilo (ahora Webuild) para retomar el proyecto y finalizar la presa. El proyecto podría culminarse en 2028 y tendrá, en principio, 335 metros de altura, lo que la convertiría en la presa más alta del mundo. De momento, la empresa constructora ha conseguido poner en funcionamientos dos turbinas de las seis que tendrá la presa cuando esté finalizada. La construcción costará unos 3.500 millones de euros, una cantidad financiada por el Gobierno de Tayikistán y el Banco Mundial
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