La crisis de la vivienda no es solo económica, sino también una crisis de pertenencia, de identidad y de horizonte. Y cuando no hay horizonte, quien más grita gana. Porque cuando el malestar no encuentra una causa real, busca un chivo expiatorio. Y la extrema derecha lo ofrece disfrazado de patriotismo. En esta narrativa, los verdaderos responsables no existen. La paradoja es cruel: mientras la extrema derecha señala a los pobres como enemigos, los verdaderos responsables permanecen en la sombra, impunes. Blackstone, Caixabank, BBVA, Santander.