A Felipe García, como a otros muchos vecinos de la localidad valenciana de Catarroja, la tromba de agua del pasado 29 de octubre le pilló por sorpresa en plena calle. Se subió a una valla para no ser arrastrado por la riada y ahí aguantó “hasta que no pudo más”. Su familia lo buscó incansablemente hasta que su cuerpo apareció 10 días después a varios kilómetros del pueblo. Fueron varios voluntarios quienes lo hallaron. Cuatro meses después de aquel fatídico día en el que las autoridades no alertaron a tiempo por teléfono a la población.
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