Cuando, en el siglo XVIII, Johann Joachim Winckelmann intentó dar una forma global a la historia del arte antiguo, construyó un mapa en el que Grecia ocupaba el centro incandescente. En las páginas de la Geschichte der Kunst des Altertums, la Historia del Arte en la Antigüedad, la escultura griega se organiza como la culminación de una evolución que pasa por Egipto y el mundo itálico, hasta alcanzar esa “noble sencillez y tranquila grandeza” que se convierte en la medida de todo juicio posterior