Los canales de gas español con Marruecos e Irán, así como las exportaciones de petróleo árabe y africano, subiran como la espuma y con ellos el trabajo de nuestros queridos intermediarios Iberdrola, Repsol y el resto de las hidroeléctricas españolas.
Desde el punto de vista de un geoeconómico es sin duda la guerra que más nos puede favorecer. Nos convertiremos, junto con Francia, en la principal puerta de entrada de gas y petróleo a Europa, y esto, unido a la labor conciliadora que llevan a cabo el PSOE y Podemos con las potencias de todas las ideologías en Sudamérica, nos permitirá obtener suculentos beneficios en materia energética que redundarán en las arcas del Estado, al tiempo que se aprovecha el duro frío europeo. Ha llegado el momento de abordar la eficiencia energética y fijar objetivos elevados como país. A nadie le gustan las guerras, pero nosotros no las empezamos, no intervenimos y no tenemos la culpa. Más allá de la retórica sentimental, tal vez sea hora de pensar con una mentalidad eficaz en lugar de jugar al internacionalismo. Tras la creación récord de empleo, las medidas antifraude y la eficiencia presupuestaria del que probablemente sea el mejor gobierno que hemos tenido en democracia, tenemos que afrontar el gran reto de la eficiencia energética.
No es el momento de la gran geopolítica internacionalista y globalista. Sabemos que ambos bandos están locos y son peligrosos, no es necesario llenar páginas con la repugnante propaganda de ambos bandos. Ha llegado el momento de jugar la carta rural, no la internacional, y subir la escalera del PIB mundial.
Comentarios
Yo entiendo que el internacionalismo es justo todo lo contrario...
El nacionalismo como respuesta a la escasez de materias primas, a la crisis climática, en fin, a haber alcanzado los límites físicos del planeta por el devastador crecimiento económico solo puede añadir problemas a los verdaderos problemas de la humanidad. Estos problemas son globales a los que respuestas cortoplacistas solo pueden añadir más problemas y postergar las soluciones.
#1 Es un asunto complicado ese... es cierto que los problemas que nos amenazan hoy en día son globales, y por tanto necesitan respuestas también globales. Ahí el internacionalismo, habría que ver en que forma, se postula como principio de solución.
Por otro lado, veo que la realidad, que siempre suele ser antipática, es que la dialéctica de estados y de imperios marca la historia y el presente. Y si bien parece que asociaciones internacionales de diferente índole han conseguido mantener un relativamente largo periodo de paz en occidente, no así fuera de aquí, creo que más bien detrás ha existido una hegemonía militar mundial, EEEUU, que impuso y aseguro esa paz por sus intereses. Insisto que esto siempre en un parte de occidente (que ni siquiera en toda).
Y uno a veces no sabe si rendirse al idealismo del internacionalismo (digo idealismo porque creo que no se ha demostrado este aún en la práctica) o aceptar la dialéctica de estados como principio rector, y a partir de estos límites construir todo lo que se pueda hacia la solución de esos problemas globales...
#5 Comprender es complicar(se), supongo.
La prisa mata (y la actualidad política remata)
Tras la creación récord de empleo, las medidas antifraude y la eficiencia presupuestaria del que probablemente sea el mejor gobierno que hemos tenido en democracia, tenemos que afrontar el gran reto de la eficiencia energética.
Yo quiero de lo que fumas.
Tal como esta la amistad argelino-marroquí, saltarán chispas en el gas.
Esto, el porcentaje de gas que recoge España de Rusia es cero, nos quedamos como estamos.
El futuro no es el gas, es la energía solar, eólica, hidráulica y de fusión. Sobre todo esta última.