La carta es famosa. El remitente está claro, pero el destinatario, no tanto.
Así que la pregunta principal, la madre del cordero, es a quién dirigió en realidad Pedró Sánchez su famosa carta.
A los españoles no, porque no hay elecciones. El tipo era Presidente antes de escribirla y puede serlo igualmente después, sin necesidad de consultar a nadie. Los españoles ni pinchan ni cortan en la decisión que pueda tomar, y por el mismo precio podía haber dirigido una carta a los españoles si dudaba entre comprarse un traje negro o uno azul marino.
Al Parlamento tampoco, porque tiene mayoría. Ya consiguió la investidura a costa de un festín de sapos. Ya consiguió un resultado estupendo en las elecciones vascas. No le pintan mal las cosas en las catalanas. Ha prorrogado los presupuestos y puede seguir en el poder al menos un par de años más sin necesidad de aprobar nada.
¿Se la escribe a los cargos y afiliados de su partido? No creo. Esos tenían ya presupuestados unos años más en sus puestos, lo iban a apoyar incondicionalmente, y han entrado en pánico ante la posibilidad de perder ese trienio con el que ya contaban.
¿Se la escribe a su mujer para demostrarle que la quiere mucho y lo dice en público, como los que se declaran en Viena en el concierto de Año Nuevo? Puede ser, pero me parece raro. No me lo creo, simplemente.
Yo creo que se la escribe a alguien que le dio 24 horas para largarse y le ruega, mediante ese escrito, que le dé cinco días para hacer unas cuantas llamadas y arreglar las cosas.
¿Se la escribe a quien tiene un saco más de papeles, salidos de Ábalos, Koldo y vete a saber quién más, para que le espere unos días? Puede ser.
¿Se la escribe a algún juez que le ha mandado una cerpeta llenas de cosas, verdaderas o falsas? Puede ser.
¿Se la escribe a la comunidad internacional, o a Mohamed, o a Netanyahu, para que no le arranquen la cabeza por algo que ya tienen en sus carpetas? Puede ser.
Desde luego, tengo claro, insisto, en que no la dirige ni a los españoles, ni al Parlamento, ni a los socialistas, ni a su mujer.
Esto es un anónimo, pero al revés. Conocemos el remitente, pero no el destinatario. Cosas veredes.