En algún otro artículo publicado aquí mismo en Menéame les he hablado acerca de la pereza que, a este que les escribe, le provoca comentar sobre esas noticias y cuestiones de “rabiosa actualidad” que tanto debate parecen producir . Sin embargo, me dicen algunos de mis mayores, ya desde hace muchos años un maniqueísmo recalcitrante se ha instaurado como perversa herramienta dialéctica en cualquier asunto de esta índole, de forma que más que debates nos encontramos en un continuo e insoportable “la de Dios es Cristo”. Los dualismos tienen estas cosas, y el dualismo filosófico sigue tiznando hegemonía en nuestras cabezas, desde la de los políticos hasta la de nosotros, simples internautas. “Así habló Zaratustra”, que escribió hace tiempo un posmoderno.
Yo les reconozco no saber si creer a esos mayores, al fin y al cabo lo de “cualquier tiempo pasado fue mejor” es siempre un dulce, y me temo que un poquito de leyenda hay aquí. En todo caso, sí pareciera ya complicado comentar sobre cualquier cuestión actual en un foro de internet - ya el asunto salta como una mancha negra a las charlas físicas- sin ser encasillado por la marabunta como el General Mireau o el Ransom Stoddard de la película de turno.
Las referencias cinematográficas no son gratuitas. Y es que desde ese dualismo, tan incrustado en nuestras molleras, la tentación de entender todas nuestras relaciones como algo con lo ajeno, como si de una proyección en una pantalla se tratase, es grande. Del dualismo, para el que todo nuestro conocimiento se resume en una relación entre sujeto y objeto, al solipsismo, donde todos los fenómenos observados me son ajenos, hay no mucho más que un paso. Y así este dualismo en ocasiones nos hace incapaces de entender como de enrevesadas, imbricadas, articuladas y complejas son las relaciones existentes.
De las relaciones atributivas y distributivas.
Así que no me es extraña la cara de sorpresa que muchos tuercen cuando se levanta la manita ante esa frase que reza algo así como “las sociedades están compuestas en última instancia por individuos”. Y es que tal afirmación pareciera en un primer momento de una claridad cristalina. No es que la frase sea errónea, el individuo corpóreo es una unidad operativa, y las sociedades, en efecto, están compuestas por diferentes individuos corpóreos. Ahora bien, una cosa es reconocer esta obviedad, y otra es tratar a partir de aquí de presentar a la sociedad como una especie de asociación a posteriori de individuos, donde además se propone esta asociación como un acto de voluntarismo contractual (¡ay, Rousseau!), como si de un acuerdo mercantil se tratase (¡ay, mis nuevos liberales) – nota: el abuso de la metáfora puede ser peligroso -. No, la sociedad es siempre anterior al individuo, y el individuo es una división metódica que nosotros hacemos sobre algo previamente establecido a ese individuo. Pensar en el individuo como algo ajeno a las sociedades, como un ermitaño, eso idealismo que alguno llamaba Las robinsonadas
Comentarios
#2 Lo que tenemos algunos es una biografía de mierda...
Un placer compartir parrafos por aquí.
#0 Bien, de acuerdo. Me ha gustado el artículo aunque he tardado en leerlo más días de los que hubiese querido. Inviernos leoneses y tal.
La cuestión, me temo, es que hay una serie de temas que hemos convertido en asuntos religiosos, a fuerza de buscar redenciones, sacrificios y apocalipsis. A veces tengo la impresión de que el mundo no había sido tan religioso en muchos años, sobre todo cuando leo, día tras día, como se ha muerto de Covid un no vacunado o alguna basura catequética semejante.
El maniqueísmo no podía ser menos. De hecho, ya el solo uso del término nos retrotrae a la eterna lucha del buenio contra el malo, de lo fáustico contra lo apolíneo. Somos maniqueos, así lo siento, porque el maniqueísmo nos ahorra la fatiga del matiz y el riesgo de la herejía, esa disidencia en el detalle que te condena más que el enfrentamiento frontal en el dogma.
En un caso como el presente, si hablamos de Rusia y Ucrania, creo que lo que debemos hacer es justo lo contrario de lo que yo quisera que hiciésemos. Y así, enfrentado a razón y deseo, me vuelvo también yo blanco y negro. Dividido.
¿Una solución práctica? Ayudar a que suceda lo inevitable.
Siempre fue mi lema.
Salud.
#1 buah! Mi romántico tremendista favorito de Menéame!!...
Que envidia de los que tenéis pluma (literario digo): "Somos maniqueos, así lo siento, porque el maniqueísmo nos ahorra la fatiga del matiz y el riesgo de la herejía, esa disidencia en el detalle que te condena más que el enfrentamiento frontal en el dogma."