A menudo lo percibimos solo como una molestia: cubre los coches, tiñe de ocre los cielos y deja una capa rojiza sobre las ciudades durante episodios de calima. Sin embargo, el polvo del desierto, ese visitante inesperado podría estar contándonos una historia muy distinta si lo miramos con atención.
Bajo el microscopio, este polvo revela una composición rica en minerales, algunos con propiedades sorprendentes. ¿Y si lo que consideramos un residuo atmosférico fuera, en realidad, un recurso natural con potencial para generar energía limpia?
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