Un día de 1922 Idris Hall leyó en la prensa francesa un anuncio en inglés que rezaba «Brains, beauty and breeches. Oportunidad para una jovencita con suerte de dar la vuelta al mundo«. El anuncio, buscando teóricamente una secretaria, lo había puesto Walter Wanderwell, un polaco afincado en Estados Unidos que había convencido a Henry Ford para que le donara un par de Ford T con los que dar la vuelta al globo. Idris había llegado a Francia unos años antes siguiendo a su padrastro, un reservista del ejército británico.
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