Investigadores italianos y alemanes hallaron en la antigua ciudad de Kainua (actual Marzabotto, cerca de Bolonia) restos de un bebé recién nacido que puede ser la primera evidencia sólida de la práctica de sacrificios humanos en la civilización etrusca; El esqueleto fue datado entre los siglos VI y IV aC y hallado junto a un muro sagrado del templo de Uni, diosa etrusca asociada a la fertilidad y protección; Análisis apuntan a que el niño, un varón de origen local, fue sometido a prácticas rituales incluyendo el desollamiento de sus huesos
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