Si bien en la práctica sería muy discutible, la República Popular China se considera a sí misma una nación comunista. Más allá de las consecuencias sociales o económicas que esto pudiera implicar, en términos religiosos esto significa que el Estado, aunque según la Constitución garantiza la libertad de cultos, no se identifica con ninguna fe en particular e incluso se llega a mostrar hostil con ellas. Sólo hay autorizado un cierto número de entidades religiosas; todo lo que se salga de ahí es reprimido y perseguido.
|
etiquetas: china , iglesia