Una de las características más perturbadoras de la vida durante este periodo era el radiocasete. Estos estéreos portátiles se ponían a menudo a todo volumen, contribuyendo al abrumador ruido de la ciudad. Ya fuera en calles concurridas o en lugares que deberían ofrecer algo de paz, como los parques, el radiocasete parecía inevitable. Para mayor frustración, la música se limitaba en gran medida a la música disco o al hip-hop, dejando poco espacio para otros géneros. Se convirtió en un elemento ineludible del paisaje sonoro urbano.
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