Cuando uno de ellos se consideraba ofendido o herido por otra persona, lo que hacía era componer una canción burlándose de ella. Es más, la tonadilla era más bien satírica, no era algo burdo y ofensivo a base de insultos y palabrotas. Junto con su familia y amigos más íntimos, ensayaba cómo cantarla y la iba puliendo hasta tener algo redondo y, entonces, pasaba a la acción real. Ahí es donde venía la lucha, donde arrancaba la batalla de gallos. Porque el ofendido iba en busca de aquel que le había herido y lo retaba a un duelo de canciones.
|
etiquetas: antropología , inuit , conflictos , cantos