Costa-Gavras tenía todo en contra para ser director de cine. En Grecia no podía acceder a los estudios universitarios porque su padre había sido acusado de comunista y metido en prisión por ello. Con 22 años se exilió a Francia dejando atrás toda su vida anterior. No es casualidad que sus memorias, tituladas Ve adonde sea imposible llegar (Providence ediciones), comiencen precisamente ahí, en su llegada a París, una ciudad donde alguien que apenas había visto cine se convirtió en uno de los directores más importantes de la historia.
|
etiquetas: costa-gavras , cine , cultura , opinión , entrevista