«El motor analítico no tiene pretensión alguna de crear nada. Solo puede hacer lo que nosotros sabemos ordenarle que haga», afirmó Ada Lovelace al componer el primer algoritmo del mundo para el primer ordenador del mundo. Al mismo tiempo, reflexionaba sobre la naturaleza de la creatividad, resumiéndola en una trinidad: «una percepción intuitiva de las cosas ocultas», «inmensas facultades de razonamiento» y la «facultad de concentración» para aportar a cualquier esfuerzo creativo «un vasto aparato procedente de todo tipo de fuentes aparentemente
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