El riesgo en estado puro. En 2006, cuando nadie fuera de Cupertino sabía que existía el desarrollo del iPhone, un magnate japonés ya había comprometido 17.000 millones de dólares a su éxito. Sin referencias, sin garantías escritas, sin haber visto siquiera un prototipo. Así era Masayoshi Son.
|
etiquetas: appel , magnate japonés , inversión millonaria , sin garantias