En Washington, la declaración de guerra alemana fue una sorpresa muy desagradable, ya que no se deseaba una guerra contra Alemania y no se habían hecho planes para ella. Estados Unidos no “entró” en la guerra, sino que fue “atraído hacia ella”. Tenía razón en el sentido de que el Tío Sam fue efectivamente “empujado” a la guerra contra Alemania en contra de su voluntad – ¡y nada menos que por el propio Hitler!
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El articulista se sorprenderá mucho si se entera de lo que pasó en Pearl Harbour.