La historia comenzó en 2018, cuando a Eva, de 92 años, le diagnosticaron estenosis aórtica. Los médicos le dieron entre 18 meses y dos años de vida si no se sometía a una cirugía invasiva, una opción que ella rechazó. Lo que nadie esperaba era que Druse, su marido, también tomara esa decisión. Aunque había sobrevivido al derrame cerebral, reconoció a su hija que no soportaba la idea de quedarse solo. Con un historial de problemas cerebrovasculares, él también consiguió la aprobación para acceder al procedimiento.