Ser palestino es vivir dos vidas a la vez: una en la que se llora; y otra en la que se lucha. Y en ambas, se debe justificar una y otra vez la propia humanidad frente a un mundo que ha convertido su sufrimiento en ruido de fondo. La resiliencia, sin embargo, no es un cumplido: es el elogio de quien ha decidido no intervenir. Hay una comodidad cobarde en llamar resiliente a quien en realidad resiste.
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moffmuftí de Jerusalén.