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Intentan enseñar a nadar a su hijo, pero no pueden porque su labrador cree que es un socorrista: “No hay ni una sola oportunidad de que se ahogue”
En una casa donde el sol y el cloro se mezclan a diario en el patio, Benny se ha ganado un papel que nadie le ha pedido: el de vigilante del pequeño de la familia. El perro, un labrador retriever de color canela, nada al ritmo del niño que chapotea con manguitos en los brazos. Cada intento de avanzar es seguido al milímetro por Benny, que se adelanta y bloquea el paso con el cuerpo, como si formara parte de una patrulla de rescate.
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