Juan llegó a casa con toda la ilusión del mundo y no notó la tristeza en los ojos de Ana. Le dijo:Ana, tengo unas vacaciones maravillosas, lejos de este infierno en que se han convertido el sur. Nos vamos al norte, al fresquito.No, Juan, dijo ella. No iremos a ningún lado. Estoy cansada de que tenga que hacerlo todo en la casa, de que toda la carga mental recaiga en mí.Pero, Ana, si todo está pagado.Me da igual, Juan, exactamente igual. Yo soy la que cocina, la que plancha, la que limpia.A veces, yo …
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