«Los israelíes presentes en Wye River tenían una nueva táctica para sus negociaciones: habían escuchado a Clinton y Mónica y lo tenían grabado. Como no querían amenazar directamente al poderoso presidente estadounidense, aliado crucial de Israel, le dijeron a Clinton que el gobierno israelí había tirado las cintas a la basura. Pero la sola mención de las mismas era suficiente para constituir una forma de chantaje», escribió Halper, añadiendo que “según la información proporcionada por una fuente de la CIA, un afligido Clinton pareció ceder”.
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