Este inicio de curso político ha tenido una temperatura más alta de lo normal. La legislatura cumplía su ecuador cuando el Ejecutivo se encontraba inmerso en uno de sus momentos más críticos, quizá terminales, desde que Pedro Sánchez es el inquilino de la Moncloa. Después de un verano espeso y eterno, la caída de la hoja fue la mejor de las circunstancias que le pudieron ocurrir al Presidente y su equipo.
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