Un nuevo experimento social sugiere algo tan contraintuitivo como revelador: cuando se informa a la ciudadanía sobre el verdadero alcance de las brechas salariales, no son los progresistas quienes cambian de opinión, sino los votantes de extrema derecha. El hallazgo, contenido en el estudio Polarización política, desigualdad salarial y preferencias por la redistribución del Instituto de Investigación Económica y Social Aplicada de Melbourne, al que Diario Sabemos ha tenido acceso, cuestiona uno de los supuestos más arraigados de la política