Los durísimos momentos vividos por Mazón en el funeral de Estado, donde tuvo que encajar insultos y reproches de los familiares de las víctimas, que le habían pedido con insistencia que se abstuviera de acudir, han vuelto a evidenciar su debilidad social y a abrir el debate sobre su futuro político. Para esa empresa de resistencia, el president no recibió ayer muestra de apoyo público de nadie de su partido ni de su Consell. El lunes declara ante la jueza Maribel Vilaplana, la periodista que comió con él en El Ventorro.