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Doble troleada en la portada de una revista sobre historia

Doble troleada en la portada de una revista sobre historia

La editorial Desperta Ferro, que está especializada en temas históricos, edita la revista "Arqueología e Historia" que dedica su número 63 a los vascones. La ilustración de la portada es una clara referencia a Dani Rovira y Clara Lago de la película "Ocho apellidos vascos", pero no es esta la principal troleada que aparece, ya que si observamos al hombre, podemos ver que lleva al cuello la Mano de Irulegui, una pieza arqueológica en que algunos investigadores han interpretado inscripciones vascónicas. Pues bien, en la ilustración se puede ver que se ha puesto la palabra "ESPAÑA".

Esto ha sentado fatal a la editorial que ha decidido quitar de la circulación ese número de la revista.

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El sistema funciona

La ciudad vieja de Berna, con sus soportales medievales y su reloj astronómico, parecía sacada de un cuento de hadas. Todo funcionaba con precisión suiza. Todo tenía su lugar. Todo, incluidas las personas.

Klaus Weber había trabajado treinta años en uno de los bancos privados más prestigiosos de Suiza. Cuando la investigación internacional reveló que su departamento había ayudado a clientes a evadir impuestos por millones de francos, Klaus fue uno de los nombres que aparecieron en los documentos filtrados.

Su bufete de abogados, uno de los mejores de Zúrich, montó una defensa impecable. "Cumplía órdenes", "Interpretación de normativas complejas", "Actuó de buena fe". El proceso duró tres años. Klaus siguió trabajando durante la investigación. Al final, una multa personal de 50.000 francos y ningún registro penal. El banco pagó 230 millones en un acuerdo confidencial. Klaus se jubiló anticipadamente con su pensión intacta.

Arjan Krasniqi, albanés naturalizado suizo, llevaba diez años trabajando como camarero en el casco antiguo. Mantenía a su madre enferma en Berna y enviaba dinero a su familia en Kosovo. Cuando el restaurante cerró temporalmente por renovaciones, trabajó dos meses sin declarar en otro local para no perder el alquiler.

La inspección laboral lo descubrió. Multa de 8.000 francos. Más de tres meses de su salario. Pero lo peor vino después: su permiso de residencia entró en revisión. "Violación de las normas laborales", decía el documento. Llevaba tres años en tribunales, gastando lo que no tenía en abogados que le cobraban por horas. Su madre había muerto mientras él esperaba la resolución. No pudo viajar al funeral; le habían retirado el pasaporte temporalmente.

En la Bundesplatz, frente al Palacio Federal, Arjan servía café a los turistas. A veces veía pasar a hombres en trajes caros, maletines de cuero, entrando y saliendo del parlamento.

Uno de ellos era el abogado de Klaus Weber. Otro era un político que había dado un discurso sobre "la importancia de que todos respeten las leyes sin excepción". Arjan limpiaba las mesas meticulosamente. En Suiza, todo debía estar impecable.

Una tarde de otoño, Klaus entró en el café. Jubilado ahora, paseaba por la ciudad vieja con su nieta. Ordenó un espresso y un chocolate caliente. Arjan lo sirvió con la cortesía profesional de siempre. Klaus dejó una propina generosa - cinco francos sobre una cuenta de once.

"Gracias," dijo Arjan.

Klaus asintió distraídamente, mirando su teléfono donde revisaba sus inversiones. Ninguno sabía la historia del otro. En Suiza, esas historias rara vez se cruzan.

Los relojes de Berna siguen marcando la hora con precisión perfecta. Los trenes llegan a tiempo. Las calles están limpias.

El sistema funciona.

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Malditos sean

La vida, se abre paso, regenera aspectos del individuo y se perpetúa. O no. La vida, si miras atrás, muy atrás, es cruel. A veces, sentado en el parque o en el bar con un café, pienso en Gaza, pero se extiende el pensamiento hacia los gazas del pasado y del presente, de los que nadie habla. Ni de lejos quiero infravalorar lo que pasa en las tierras prometidas pero no dejo de pensar en el sufrimiento, sobre todo de los niños ahora que tengo dos. Me destroza el alma pensar, porque he dejado ya de mirar, cómo les hacen sufrir, no sólo matándolos directamente sino la muerte indirecta, la inanición, el maltrato, la violencia de todo tipo ejercida contra un niño, contra una niña, inocentes seres que sería imperativo proteger. Malnacidos que ayer y hoy, por cualquier cuestión, quebraron almas de niños; mutilaron física o mentalmente sus vidas; demostraron que la humanidad puede desaparecer y que las ideas matan. En esos niños de Gaza, de Sarajevo, de Ruanda, de las fábricas del siglo XIX europeo; de los niños esclavos de la América del algodón, del tabaco o de las minas; de los niños que trabajan en condiciones infrahumanas; de los niños con los que se trafica hoy y que vemos en paraísos turísticos. Todos esos niños y más son víctimas de almas en podredumbre, de sujetos que no se merecen el apelativo de ser humano. ¡Qué hacer ante tanta miseria! La vida se abrirá paso, la especie misma perdurará, pero cuántos niños han quedado destrozados por los malnacidos que provocan los conflictos, los que se quieren enriquecer a cualquier coste, los que quieren saciar sus perversos apetitos. ¡Malditos sean! Malditos aquellos que juegan con la vida de los niños. Que los dioses, el karma o una infección sistémica les ajuste las cuentas.

Buena semana.

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