Alrededor del 30 por ciento de los pacientes con cirrosis hospitalizados padecen ACLF y cerca del 30 por ciento morirán en los 28 días siguientes a su ingreso en el hospital. En la forma más grave, esta mortalidad supera el 85 por ciento. Sólo el trasplante de hígado salva la vida de estos pacientes, pero el acceso al trasplante está limitado por la falta de armonización en Europa y en el mundo.
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