La inquietud desatada por el regreso a España del virus de la peste porcina africana (PPA) tiene justificación: arroja unas cifras de mortalidad altísimas, cercanas al 100 %, y todos los cerdos y jabalíes contagiados suelen morir en una o dos semanas tras la infección. Además, por si fuera poco, los animales enfermos pueden ser asintomáticos durante algunos días, transmitiendo más fácilmente la enfermedad. Tal poder devastador se debe a una estrategia ofensiva muy específica: el virus ataca directamente al sistema defensivo del animal.