(...) La administración Trump ha decidido que a final de año se eliminarán los satélites OCO que miden los niveles de CO2 atmosféricos. En este caso, no se trata de satélites viejos, e inclusive se cuestiona la legalidad de la medida, pero la orden es clara: se debe forzar la reentrada de los satélites, lo cual comportará su destrucción. Si la orden finalmente se ejecuta, el daño estará hecho, pues reemplazar estos satélites requeriría años. La intencionalidad política es clara: hay que dejar de medir el CO2.