Esta semana nos ha traído una peculiar guerra de manifiestos entre investigadores en epidemiología y salud pública. Por un lado, los detractores de los confinamientos han enarbolado la Declaración de Great Barrington, sugiriendo que lo más apropiado es proteger a los colectivos vulnerables y dejar que el resto de la población se infecte hasta alcanzar una inmunidad de grupo, un concepto discutido hasta la saciedad a lo largo de la pandemia, que como resultado acabaría protegiendo a ancianos y enfermos.