Era noviembre de 2012, cuando Dennis Hartman, un ejecutivo de negocios de Seattle, logró salir de la cama, forzarse a sí mismo a la ducha por primera vez en varios días y subir a un avión que lo llevaría, atravesando el país, a un ensayo clínico en el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) en Bethesda.  
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