La dificultad de las megaconstelaciones es que los satélites, a diferencia de las aeronaves, no pueden evitarse ni desviarse. No importa en qué lugar del mundo te encuentres, siempre tendrás satélites sobre tu cabeza. Y no hay ninguna legislación ni norma internacional vigente que regule el problema, por lo que seguimos dependiendo de la buena voluntad de sus operadores. Los satélites pueden arruinar las observaciones astronómicas al pasar por delante del campo de visión de un telescopio.
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