A pesar de la asociación común entre público infantil y animación, la primera etapa de la animación soviética estuvo marcada por el dominio de la caricatura política. Los primeros directores (Nikolai Khodatayev, Alexander Bushkin, Yuri Merkulov, etc.) realizaron cortometrajes que apuntaban a un público adulto. Por lo general, sus obras tenían un compromiso ideológico muy fuerte, satirizando a los enemigos del comunismo (la burguesía, la Iglesia, Occidente, etc.) y exaltando las virtudes de la ideología oficial con un estilo directo y mordaz.