Uno de mis abuelos murió con ochenta años y el otro con ochenta y uno. Como ya he contado alguna vez, uno era falangista y otro de la CNT, lo que a ellos no les impidió ser buenos amigos y a mí aún se me nota, por herencia, en demasiadas ocasiones. Además, uno era agricultor y otro ganadero, dos oficios, como se sabe, enfrentados desde la prehistoria. Pero entre tantas diferencias, había una similitud que los unía: las vacaciones. Para cualquiera de mis dos abuelos, las vacaciones eran algo incomprensible, casi …
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