En apenas unos años, el anime ha pasado de ser un producto de nicho, asociado casi en exclusiva a los aficionados más apasionados –los llamados otaku–, a convertirse en un fenómeno cultural de alcance global. El reciente estreno de la película Guardianes de la noche: la fortaleza infinita, que ha superado los 640 millones de dólares de recaudación global, así lo demuestra.
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