Queridos gobernantes: os escribo desde el exilio como miembro de una generación que tuvo que salir para ganarse el pan. Ya se que no os importamos porque no somos una proporción significativa de votos, pero me gustaría alzar la voz ya que tenemos familia en territorio español que ahora mismo esta pagando en sus carnes los años y años de austericidio presupuestario perpetrado por un estamento político que da mas importancia a quedar bien con sus amigos y a cuadrar las cuentas que a servir al pueblo que les paga el sueldo.
Por si acaso viven debajo de una piedra y no se han dado cuenta, nuestros familiares en grupo de riesgo están sufriendo la falta de medios sanitarios debido a cuatro causas: falta de inversión publica, deslocalización de la industria, miopía populista y la filosofía del “patadón p’alante”. Me explico.
Tanto que os gusta referenciar a Alemania, podemos mirar la inversión por habitante en sanidad en España y en Alemania y la cantidad de UCIs disponibles... Y no, no me vengáis con que no se pueden comparar los dos países. Bien que los comparáis cuando habláis de “coeficientes de sostenibilidad” o de “la mochila austriaca” cuando se habla de reformas económicas.
El tema de la deslocalización industrial es para tirarse de los pelos. El material sanitario (y muchas otras industrias) son industrias estratégicas que han de estar (idealmente) controladas por el estado y garantizar unos mínimos de suministro en territorio nacional. Todo el mundo entiende que las empresas privadas busquen maximizar beneficios, pero el trabajo del gobierno es asegurarse de que las necesidades básicas de supervivencia de los ciudadanos quedan cubiertas.
¿Qué ha pasado ahora? Que falta material sanitario por todos los lados porque las fabricas están fuera del territorio nacional y los países que las alojan han cerrado fronteras y han aplicado sus decretos de emergencia que les permite expropiar mercancías por interés patrio. No los culpo. Ellos miran por sus ciudadanos. ¡De hecho, en esto sí que podríamos copiar a Alemania y a Francia! Suerte de todas las iniciativas individuales (gente cosiendo mascarillas en sus casas, makers produciendo componentes y viseras con impresoras 3D…) y de empresas privadas que han reconvertido sus actividades para adaptarse a las necesidades. Suerte que tenemos una sociedad que se mueve para salir adelante… que si no, la catástrofe seria aun mayor.
A nadie se le escapa que la semilla de todo este caos ha sido por un lado la necesidad de los partidos políticos de agradar a aquellos que financian sus actividades (es decir, grandes empresas: “sigamos trabajando aunque muera gente… total, gente parada hay de sobra”) y por otro lado la necesidad de subirse a la ola del buenismo cortoplacista que últimamente vende tanto.
Aun a riesgo de que se me censure, lo voy a decir alto y claro: incentivar la asistencia a la manifestación del 8M fue un acto irreflexivo y suicida. Una cosa son las opiniones y otra cosa es la evidencia sanitaria. Las opiniones se pueden esperar unos meses. Las emergencias sanitarias no. Lo mismo aplica a las competiciones deportivas (el todopoderoso fútbol) y a los eventos masivos.
Y luego está la actitud de “patadón p’alante”. Cuando empezaron a haber casos en Europa, se adopto la filosofía de “tendremos un par de casos y todo volverá a la normalidad”. Cuando empezaron a haber casos en territorio nacional, se habló de “está todo bajo control, todo el mundo puede ir a manifestarse”. Cuando empezó a contagiarse gente, se dijo que “no sirve de nada cerrar colegios porque no ha muerto ningún niño menor de 9 años” aunque sean capaces de contagiar a sus padres y sus abuelos y que se estaban detectando muchos casos “porque se estaban haciendo muchos tests”.
Se tuvo que esperar a que fuese evidente que “el bicho” estaba fuera de control para empezar a cancelar eventos como las fallas o la semana santa (¿realmente pensabais que ibais a salvar la temporada de turismo con la que estaba cayendo?). Y también el estado de emergencia llegó tarde y descafeinado, de manera que incluso a día de hoy la gente sigue yendo a trabajar en industrias no necesarias.
Queridos gobernantes: voy a proponer a la universidad Rey Juan Carlos I que os den el título de “Master en Escurrir el Bulto”. Ahí os pondría un “cum laude” porque esta claro que se os da la mar de bien. Lo que no os esperabais esta vez es que escurrir el bulto os explotase en la cara. Normalmente confiáis en la “mala memoria” de la gente porque “las siguientes elecciones son en 3 años”. Ya os digo yo que esta vez la subvenciones y las paguitas no os van a salvar los muebles… igual que no van a sacar a los muertos del hoyo.
Tenéis la elección de ignorar los mensajes como este y seguir con vuestra ¿estrategia?. O tenéis la opción de ser honestos con la gente, decirles que “el pico” NO está cerca y que el confinamiento se va a alargar bastante más y que sus vidas van a cambiar de ahora en adelante.
Desde el exilio, busco remover alguna consciencia para que alguien decida demostrar liderazgo, ser honesto con el pueblo y tomar las medidas adecuadas. Ni yo, ni muchos otros como yo, podemos hacer nada aparte de escribir artículos y cartas abiertas. Y aunque no representemos votos, nuestras familias sí que los representan.
Y no van a olvidar esto.
Cordialmente,
Raquel