El crecimiento de la UE es horriblemente lento; la demanda es terriblemente débil y la inversión extranjera es aterradora mínimo de nueve años. Mientras tanto, las empresas están malditas por los altos precios de la energía, los aranceles estadounidenses y la feroz competencia china; Los ciudadanos comunes y corrientes, plagados de salarios estancados y atormentados por la incertidumbre geopolítica, temen desprenderse de la riqueza que tanto les costó ganar.
El terror de Europa es tan palpable que incluso ha incitado a sus políticos a actuar