Soy catalán y desde hace un tiempo me preocupa mucho el choque de trenes que provocará la culminación del procés. No parece que ni el gobierno español ni el catalán tengan intenciones de modificar su postura, por lo que se vislumbran dos escenarios totalmente opuestos.
Si el gobierno español logra impedir la celebración de la consulta y actuar de manera judicial contra los líderes políticos catalanes, esto no hará más que radicalizar más aún a los independentistas. Se alargará unos años la Catalunya aún más insatisfecha con el status quo actual y tarde o temprano volveremos a estar en una situación similar. Por contra, si se celebra el referéndum, gana el sí y Catalunya se convierte en una nación totalmente independiente, no sabemos qué puede pasar: la Unión Europea, la deuda, la economía, los funcionarios, las multinacionales, las pensiones, las fronteras, etc. Es una incógnita en la que nadie puede predecir nada con seguridad hasta que no suceda.
El gobierno español ha actuado de manera muy estúpida en todos los aspectos, como nos tiene acostumbrados en la historia reciente de España. Por otra parte, los políticos del gobierno catalán se han encontrado en un callejón sin salida ante la negativa a negociar del gobierno español por una parte y la presión de una importante parte de la sociedad catalana por la otra. Han sido muchas propuestas que los catalanes hemos intentado respecto nuestra relación con España pero se ha recibido siempre un no por respuesta. Creo que la más decepcionante y la que más aceleró el proceso fué cuando Artur Mas, después de la histórica manifestación del 11 de setiembre de 2012 fué a pedir a Rajoy un estatus similar al del País Vasco y Navarra. Fué a Madrid impulsado por millones de ciudadanos catalanes, no por su partido ni tan siquiera por propia convicción. De nuevo recibió un rotundo no por respuesta. Los catalanes no logramos entender porque no hay posibilidad de redefinir el modelo de las autonomías para que sea más justo para todos los españoles. Ahora hemos llegado a la situación dónde estamos y nadie quiere dar su brazo a torcer.
Los catalanes queremos cambiar las cosas, no porque nos creamos mejores o algunos hablemos una lengua diferente o seamos unos egoístas. Hemos perdido la fe en España, creemos que el modelo actual no beneficia ni a España ni a Catalunya. Además estamos hartos de las políticas casposas del gobierno de España, que se vienen ejecutando hace ya mucho tiempo y que están hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Hay multitud de ejemplos: el impuesto al Sol cuando toda Europa apuesta por las renovables. El corredor mediterráneo, la concepción radial de España en base a criterios políticos y no económicos. La corrupción de gran parte de la clase política. La nefasta gestión de los aeropuertos. Los rescates a los amigos del palco del Bernabéu y a los bancos. La ridícula inversión en ciencia y investigación. La pésima calidad de la educación pública. Los intereses de las grandes empresas por encima de los ciudadanos. Las puertas giratorias. La lentitud de la justicia. La ausencia de una democracia real y directa. Y muchos más. Estamos decepcionados y desilusionados con el actual modelo de España. Y no es culpa de los españoles, es culpa de los sucesivos gobiernos españoles con su visión partidista y cortoplacista. Con la distribución actual de las fuerzas políticas en el parlamento español esto no parece que vaya a cambiar a medio plazo.
Y ante la disyuntiva de seguir como estamos o apostar por hacer un nuevo país dónde se intente solucionar estos problemas, muchos catalanes apostamos por la segunda. Más que nada porque no tenemos más opciones y seguir como estamos no es aceptable llegado a este punto.
Yo creo que si el gobierno español accede a la celebración de un referéndum pactado en Catalunya, puede ser beneficioso para todas las partes y una oportunidad única. Se podrían pactar las condiciones y consecuencias de este referéndum. En vez de una pregunta binaria, se podría optar por tres opciones: seguir en el régimen actual, la independencia total o establecer una relación confederal con España. Las dos primeras opciones ya las conocemos, respecto a la tercera opción es el inicio de una reforma total de nuestro modelo de estado. Evidentemente, el modelo se debe definir y negociar conjuntamente entre todos los españoles, pero este referéndum podría ser la chispa que inicie las reformas en el conjunto del estado. Estoy seguro que si a los catalanes nos ofrecen una alternativa ilusionadora ganará esta opción. A partir de aquí todo está por hacer, es la gran oportunidad para redefinirse como nación. España ya tuvo una estructura confederada, en tiempos de la corona de Aragón, la corona de Castilla y el reino de Navarra, tiempo en que nació uno de los mayores imperios de la historia de la humanidad. Luego con la centralización vino la decadencia, que ha durado hasta nuestros días.
Crear un nuevo país entre todos que sea moderno y verdaderamente democrático puede hacer que España se convierta de nuevo en una potencia mundial y ejemplo a seguir. Incluso se puede ofrecer a Portugal la integración en una nueva república Ibérica. Toda esta revolución traería consigo un gran progreso económico y social, los ciudadanos serían partícipes de la construcción del nuevo estado y entre todos haríamos una nación más justa próspera y avanzada.
Se que soy muy iluso si pienso que todo esto pueda suceder y se que esta idea no está exenta de grandes problemas, pero bueno, soñar es gratis.