Entre los TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria), encontramos además de las conocidas anorexia y bulimia nerviosas, la ingesta compulsiva de alimentos. Quienes padecen este último trastorno, son los llamados comedores compulsivos y es que este tipo de conducta, suele generar a su vez otros problemas de salud como por ejemplo la obesidad. En numerosas ocasiones, cuando una persona atraviesa por un episodio de ansiedad, es común que dejen de comer o que disminuyan la cantidad de alimentos que se ingieren diariamente. Sin embargo, otras veces sucede totalmente lo contrario e intentan paliar su ansiedad comiendo de manera compulsiva.
¿Qué relación existe entre la ansiedad y las ganas de comer?
Los trastornos emocionales están muy ligados a los trastornos alimenticios y es que detrás de éstos se suelen esconder ciertos desequilibrios que requieren ser tratados. Comer de manera compulsiva puede ser la respuesta a un trastorno de ansiedad no identificado y, no prestar atención a este tipo de cambios en los hábitos alimenticios, significará no poder controlarlo. Es por ello que, no realizar tratamiento cuando es realmente necesario, sería altamente contraproducente ya que cualquier comedor compulsivo, una vez ha saciado su “hambre” de comida, manifiesta sentimientos y reacciones que solo sirven para aumentar el estado previo de ansiedad en el que se encontraba, como la culpabilidad, la vergüenza o la inseguridad.
Todo se convierte en una especie de círculo vicioso en el que, al principio, sientes la necesidad de comer para disminuir la ansiedad general provocada tanto por esa “necesidad” como por el resto de problemas que alteran tu estado de ánimo. Una vez saciada el “hambre”, el estado de ánimo vuelve a decaer fruto de los sentimientos negativos que produce el atracón de comida y de nuevo vuelta a empezar. Ingiero alimentos para no sentirme mal emocionalmente, pero una vez he saciado mi hambre repentina, me siento mal por haber comido tanto.
¿Qué pautas seguir a la hora de evitar los atracones compulsivos?
Por lo general, en muchas ocasiones esta ansiedad por comer se centra en alimentos que proporcionan una inmediata, aunque momentánea, sensación de placer y sosiego. Estos alimentos suelen ser ricos en grasas y azúcares, pues son lo que en mayor medida provocan la liberación de endorfinas en nuestro cerebro. Una forma de evitar comer compulsivamente este tipo de alimentos, es lograr producir esas endorfinas de un modo más saludable, como por ejemplo con la práctica de ejercicio físico.
La fuerza de voluntad y la conducta que se adopte una vez se es consciente del problema, también es muy importante. Una buena forma de evitar comer bollería, dulces o fritos es no comprándolos, pero si en algún momento sentimos la necesidad de calmar esa ansiedad por comer, lo ideal es sustituirlos por otros tipos de alimentos que sean más saludables, como los frutos secos o la fruta.
En la mayoría de casos, el comedor compulsivo responde a un acto involuntario que tiene su origen en un desequilibrio emocional. Es por ello que también hay que saber cómo controlarse en cada momento y buscar fórmulas o herramientas que sirvan para reducir la ansiedad, como los ejercicios de respiración o la meditación.