Más y peores olas de calor, enfermedades infecciosas tropicales o disminución de la disponibilidad de agua son algunas de las consecuencias del aumento global de la temperatura.
Las grandes urbes como Barcelona ya se preparan para mitigar y adaptarse a uno de los mayores quebraderos de cabeza a los que se enfrenta la humanidad, el cambio climático. Más allá del aumento de temperatura previsto y de la mayor frecuencia de fenómenos climatológicos extremos, el día a día de las ciudades también se verá afectado. Disminuirá la disponibilidad de agua, llegarán enfermedades infeccionas propias de latitudes tropicales, habrá cambios en la flora y la fauna, más polución…
El principal factor a tener en cuenta es el incremento de las temperaturas, que además de suponer “un aumento de las olas de calor y de la mortalidad asociada, tendrá un impacto sobre la biodiversidad, la energía o incluso el turismo”, alerta Jéssica Amaro, del Servei Meteorològic de Catalunya. En Barcelona en la actualidad se registran, de media, unos tres días al año con temperaturas superiores a 33,1ºC. Al ritmo de emisiones de CO2 actual, serán entre 35 y 40 días a finales de este siglo, según estimaciones del Pla Clima, del Ajuntament de Barcelona.
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