Durante décadas, Lucia Berlin vivió entre el ruido del mundo sin que nadie prestara atención a su voz. Trabajó como telefonista, enfermera, profesora de secundaria, mujer de la limpieza y madre soltera. Su literatura, sin embargo, ya estaba ahí, esperando. Escribía a mano, con una prosa áspera y luminosa, relatos que contenían más verdad en tres páginas que muchas novelas en trescientas. Pero nadie la leía.
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Le daré una oportunidad. Gracias por el enlace #0 , maravilla de éstos meneos.
Es que es tanto como decir que Agustín Martínez era ignorado por ser hombre y sólo cuando su pseudónimo invitó a pensar que era una mujer tuvo éxito.