Una vez que salgamos de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, sin ningún atisbo de dudas nos enfrentaremos a una crisis económica de la cual saldremos mejor o peor parados y antes o después en función de la valentía y la sensatez de las medidas económicas y sociales que adoptemos para hacerle frente.
Abogo por la necesidad imperiosa de reinventar España, la necesidad de convertir al país en una potencia científica en la que la investigación médica y la apuesta por la tecnología sean una prioridad del Estado. Además, en mi opinión, es básico destinar enormes cantidades de recursos humanos y económicos a la Sanidad y a reforzar el Estado del Bienestar aún cuando en ocasiones parezcan excesivos. Al menos que esta crisis sanitaria nos haga a todos los ciudadanos un poco más conscientes de la importancia que la sanidad pública tiene. Hoy más que nunca, los recortes en sanidad matan.
El turismo y el sector servicios seguirán siendo uno de los pilares de nuestra economía cuando la tormenta amaine, pero no puede continuar siendo el principal sector sobre el que dependa la estabilidad de ésta. Debemos aprender de los errores cometidos para que no vuelvan a repetirse en futuras situaciones excepcionales como la que estamos atravesando y reindustrializar el país con fábricas punteras capaces de desarrollar los productos derivados de la investigación tanto pública como privada.
España debe ser el estado miembro de la Unión Europea que apueste más decididamente por una integración a nivel sanitario y científico, entre otros muchos temas como podría ser el fiscal. Una cosa está clara, la respuesta por parte de las autoridades europeas ha sido nula o al menos está dejando mucho que desear y no es de recibo que tras esta crisis los países europeos más castigados debamos agradecer más la respuesta y la colaboración de China que la de la Unión Europea. A su vez, la UE en su conjunto debería estrechar más lazos con los países que han demostrado estar más preparados para enfrentar este tipo de situaciones, como es el caso de China o Corea del Sur.
La falta de recursos económicos y materiales en los hospitales de los lugares más afectados debería hacer reflexionar a los ciudadanos españoles que perciben la corrupción como algo no tan grave. Recursos que deberían beneficiar al conjunto de la población y fortalecer nuestro estado del bienestar han acabado enriqueciendo aún más a gente sin escrúpulos. Por tanto, otra de las principales medidas que se deberían adoptar, sin lugar a dudas, sería el endurecimiento de las penas por corrupción y la dotación de más recursos para perseguirla y agilizar los procesos judiciales.
Volviendo al presente, debemos estar unidos como sociedad y ser conscientes de la gravedad de la situación. No podemos permitirnos ahora la rebeldía social contra el sistema en una situación de crisis sanitaria cuando una inmensa mayoría de la población ha estado adormecida en el pasado, cuando sí que era imprescindible esa rebeldía para parar los recortes salvajes en nuestro estado del bienestar que ahora nos están pasando factura. De aquellos polvos vienen estos lodos.
En definitiva, debemos quedarnos en casa mientras sea necesario para lograr no colapsar el sistema sanitario y evitar que los profesionales se vean en la obligación de elegir quién se salva y quién no. A las autoridades públicas simplemente pedirles que sigan las directrices de los mejores profesionales y expertos nacionales e internacionales y que sean valientes en la toma de decisiones. Aún habiendo cometido graves errores, que los han cometido, es el momento de mirar al futuro para salir de esta cuanto antes y de la mejor manera que se pueda. Ya habrá tiempo para pedir cuentas por los errores y meteduras de pata cometidas.
Quédate en casa, muchas gracias.
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