La resiliencia, por si a estas alturas alguien aún no lo sabe, es la capacidad humana para sobreponerse a las adversidades. En estos tiempos de coronavirus y pasado un año absolutamente calamitoso para todo el mundo, aunque a no todo el mundo le haya impactado con igual virulencia y daño la pandemia y la enfermedad de la Covid.
A principio de años escribí a propósito de la necesidad de utilizar toda nuestra resiliencia para este año en el que la llegada de la vacuna, con todas sus polémicas, supone una esperanza enorme para la humanidad de sacarse de encima esta "peste" de nuestros días. En aquel artículo, extenso (les dejo aquí el enlace por si les pudiera interesar) me preocupaba investigar sobre cómo íbamos a afrontar los desafíos que todavía se nos han de presentar para superar colectiva e individualmente el azote sobre nuestra salud física y mental y sobre nuestra economía el azote del coronavirus.
La resiliencia es una actitud subjetiva con un enorme poder de contagio positivo sobre las personas que nos rodean. Una actitud que estimula a otros a dudar de sus propios límites para avanzar en la conquista de un logro, como es el de superar esta situación de incertidumbres y miedos. La resiliencia también es un patrimonio de la humanidad. Que el coronavirus nos haya puesto el alma en vilo y la vida en almoneda nos obliga, más que nunca, si cabe a echar mano de ella. En realidad, ni a ti que lees esto, ni a mi que lo escribo nos queda más remedio.
(Imagen de Elliot Alderson en Pixabay)
No es fácil, aunque afortunadamente la resiliencia es algo que se aprende; y cuando nos encontramos al filo de lo que parece imposible o insuperable, los humanos aprendemos con rapidez. Aceptar y gestionar las incertidumbres y las emociones complejas que se nos presentan en estos días requiere de entrenamiento. El carácter advenedizo de la pandemia nos obliga a buscar y encontrar nuevas formas de adaptarnos a la realidad y hacerle frente, implica aceptar nuestra propia vulnerabilidad y contar con la colaboración de los demás para superar la adversidad y la precariedad existencial que ha traído consigo el virus. La incertidumbre y el miedo al contagio y a la enfermedad han venido para quedarse un tiempo entre nosotros, con ello hemos de convivir hasta desterrar de nuestras vidas. Con ella conviviremos todo este 2021 y probablemente más allá. Afortunadamente, nada dura eternamente y esto también pasará.
Saludos y buena suerte.