El artículo firmado por J. Grey Monroe y su equipo, junto con el grupo del biólogo evolucionista Deflet Weigel, y publicado ayer, día 12, en Nature, supone la primera evidencia fuerte en contra de uno de los pilares principales de la teoría evolutiva más arraigada a día de hoy, la síntesis moderna.
En este trabajo, se evidencia que las mutaciones no son aleatorias si no que se encuentran en estrecha relación con mecanismos moleculares que responden al medio ambiente (mecanismos epigenéticos). Esta aleatoriedad, uno de los axiomas de la síntesis moderna, presuponía que tanto mutaciones benignas como deletéreas o neutras ocurrían con igual probabilidad y homogéneamente en los genomas. Así, una mejor adaptación al medio sería la causa de la fijación de ciertas mutaciones en una población, distinguiéndola de otra y separándolas en especies diferentes por un proceso acumulativo en el tiempo. Es decir, el azar nutría de variabilidad a los seres vivos y las formas que mejor se adaptaban al medio prevalecían. Parece ser que esto no era así...o no del todo.
Lo que este descubrimiento indica es que hay que dejar de pensar en que el ser vivo se adapta al medio unilateralmente. Resulta que el medio también hace fuerza para adaptar a los seres vivos a sí mismo. ¿Qué implicaciones filosóficas tiene este resultado sobre cómo entendemos el mundo?
En realidad, ya existía mucha evidencia en contra del modelo sintético antes de que saliese este trabajo. Llevaba aglutinándose desde las reflexiones de Waddington en los años treinta del XX, si bien la idea que él presentó buscaba, precisamente, entender lo que era ajustarse al axioma de la aleatoriedad. Sin embargo, esa forma alternativa de mirar al mundo, la de la biología de sistemas (cuya idea de fondo es que todo está íntimamente relacionado, que el nexo es lo que cuenta), dejó espacio a nuevas preguntas que cristalizarían en forma de descubrimientos importantes en el siglo XXI. Toda esta evidencia empezaba a pesar en las mentes de los biólogos, pero la sensación seguía siendo como cuando se achinan los ojos al buscar la figura en un autoestereorama. La intuyes, pero no llegas a verla del todo clara. Con este trabajo lo que ocurre es que consigues enfocar y puedes mirar a la figura con los ojos abiertos. De hecho, se te quedan como platos. Ahora podremos empezar a definir la forma de la figura que vemos y construir una nueva teoría.
La síntesis moderna partió del Darwinismo para, mediante la incorporación de todo el conocimiento que se iba obteniendo con el pasar de los años, dar forma a una idea que funcionaba bien para explicar el mundo vivo. Su influencia desbordó la biología inundando campos como la filosofía o la sociología, tal y como hiciera el Darwinismo en su época. Las consecuencias han sido diversas, pero muy notables. A partir de hoy, hay que empezar a replantearse seriamente lo teorizado en los 163 años que han pasado desde que se publicó El Origen de las Especies. No para abandonarlo, si no para repensarlo. La ciencia es para sí misma su mejor crítica, pero la crítica siempre ha de ser constructiva.