Por eso, mientras el repique de campanas está plenamente interiorizado en la vida local de la mayoría de pueblos y ciudades españolas, y protegido incluso como patrimonio inmaterial, la llamada al rezo islámico desde minaretes con megafonía no goza de esa integración. Su introducción masiva, sin diálogo ni mediación social, no puede entenderse como una manifestación automática de la libertad religiosa.
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