El fascismo reclama demostraciones públicas de adhesión. Ya no es sólo que te metas tus discrepancias por donde te quepan, es que debes replicar obedientemente el discurso oficial. Cuando Volodímir Zelenski visitó, incauto, la Casa Blanca aguantó un chorreo denigrante por parte del emperador y, de propina, se llevó una lección de primero de fascismo: «Deberías agradecer al presidente sus intentos por poner fin a esta guerra», le dijo el vicepresidente J. D. Vance apuntándole con el dedito.