Tiene razón la ultraderecha cuando acusa a la gente decente de buenista. Es de las pocas veces en las que dicen la verdad. Un buenismo consistente en tolerar que los intolerantes, los abusones, los matones, los que odian y persiguen al más débil, formen parte del paisaje como si tal cosa. La represión, ese concepto tan denostado por las mentes progresistas, es a veces una solución fantástica. Desde luego lo es cuando la alternativa a reprimir la indecencia es que los indecentes nos repriman a todos.