En la negociación del XVII convenio del sector TIC, caducado en 2019, y que se prolongó por cerca de 8 años (2010-2017) pudimos ver a los sindicatos firmantes CCOO y UGT dar muestras de un servilismo hacia la patronal muy superior al que acostumbran en otras mesas, no sólo por consentir la dilatación eterna de la misma, sino por el resultado final donde cedieron a la patronal importantes pérdidas de derechos laborales, así como una merma en el poder adquisitivo de todos los trabajadores que perdura a fecha de hoy.
Sus consecuencias llegan hasta final de 2021, donde la desligazón de las subidas del IPC se hacen aún más evidentes por la elevada inflación que atravesamos, lo que ha hecho acumular la pérdida del 30,25% de poder adquisitivo durante la década:
Permisividad cómplice ante la dilatación de la negociación por la patronal.
Como reconoció la sección sindical de UGT-Sadiel en mayo de 2013, la patronal dilató las negociaciones del XVII Convenio TIC durante los tres años y medio anteriores:
Y mientras los trabajadores perdíamos poder adquisitivo, los sindicatos en la mesa se mantuvieron sumisos, hasta cuatro años más desde esa fecha, fieles a su principio de impedir la movilización, para así ayudar en el saqueo de la patronal a los trabajadores.
Situación análoga a la que padecemos en el sector actualmente, en 2022, donde el retraso en la firma del que vendría a ser el XVIII convenio TIC, alcanza ya los dos años. Situación aún más perjudicial, dadas las cifras récords de inflación en 30 años, alcanzado en 2021, y las que se esperan para este 2022.
Ladridos contra la congelación consentida
En contraste con la pasividad ante la indecente dilatación por las pérdidas para los trabajadores que se sucedían año tras año en la negociación del anterior convenio, ambos sindicatos criticaban enérgicamente (sobre el papel) lo que estaban en la práctica consolidando.
Porque, pese a toda esa energía en la retórica, la congelación salarial de los trabajadores estaba decidida de antemano, ya que esos mismos sindicatos firmaron en 2012 el AENC junto a la patronal, además de varias de las medidas que luego trasladaría Rajoy a su reforma laboral; la pérdida de las cláusulas de revisión salarial ligadas al IPC, sustituyéndolos por porcentajes de subida fijos e inferiores a éste; así como el nuevo sistema de clasificación profesional por grupos profesionales, otra de las fórmulas para dar mayor impunidad a la patronal para abaratar los sueldos: pagar por debajo de las funciones realizadas.
La traslación de los acuerdos de los AENC a la firma del XVII convenio TIC llevó la desvinculación de las subidas salariales del IPC, pero en los porcentajes de incrementos fué todavía más lesivos en las nóminas del sector, consolidando hasta 7 años con subidas del 0%.
Desmovilización
Pero el mayor delito de estos sindicatos es que son sabedores de la fuerza que tenemos los trabajadores cuando nos movilizamos, y particularmente en nuestro sector por su carácter estratégico, donde una huelga repercutiría de forma multiplicada en el resto de la economía, y pese a ello, no sólo renuncian a llevar a cabo movilizaciones sino que hacen lo imposible para desmovilizar allá donde otros sí traten de hacerlo:
Pese a ser conscientes de ello, y a la dilatación más que prolongada de la negociación, en ningún momento estuvo en su planteamiento acudir a la huelga, la cual posponían continuamente con excusas vagas, y la llamada a la responsabilidad:
De esta forma la presión se hizo mediante más vacía retórica efusiva, y fueron sustituyendo la huelga predicada por inocuas concentraciones de delegados sindicales, o manifestaciones lúdicas fuera de horario o en festivos, tratando de evitar la movilización real y de presionar a la patronal:
Para finalizar con más clamores de huelga, que nunca llegó a materializarse, a dos meses de la firma de la traición:
Desenlace
Es de esta forma, con la renuncia mal disimulada a presionar a la patronal durante todo este tiempo, como se llegó a la fecha en que los sindicatos CCOO y UGT firmaron el convenio, fijando la patronal tanto el momento como el contenido de lo firmado.
Y pese a la gigantesca pérdida de poder adquisitivo acumulada durante tantos años de sumisión en la negociación, estos sindicatos trataron de disfrazar la traición vendiendo como positivo lo acordado.
Por un lado CCOO, con una mezcla de pudor y desvergüenza, la quiso disfrazar con una ridícula consulta telemática a la afiliación. (nada de consultar a los trabajadores en asambleas)
Consulta que nadie llegó a creerse, y que supuso no pocas bajas en la afiliación de este sindicato, ante la burda manipulación para justificar su traición.
UGT aún más amarilla, por su parte se presentaba orgullosamente del lado patronal, junto a la ex-ministra del PSOE, Elena Salgado, representante de la patronal AEC en la negociación, corroborando el funcionamiento de los sindicatos verticales junto a la patronal como parte del entramado Estatal para someter a los trabajadores:
Y ambos sindicatos de forma conjunta, mintiendo sobre lo logrado en cuanto a la revalorización según IPC, cuando en realidad se perdió más de un 20% de poder adquisitivo, y atacando a los sindicatos que criticamos tal acuerdo y desmontamos sus maniobras y falsedades, como fórmulas para maquillar la traición:
Mismo modus operandi
La trayectoria esperpéntica que supusieron los casi 8 años de negociación de un convenio no siguieron más que la dinámica habitual diseñada por estos sindicatos de la patronal para engañar a los trabajadores y ocultar sus traiciones en todas las negociaciones (convenios sectoriales, eres...), y que se pueden resumir en los siguientes términos:
- La renuncia a la movilización de los trabajadores para presionar a la patronal y así arrancar mejoras en las condiciones laborales, haciendo creer a los trabajadores que la simple negociación sin presión, por responsabilidad, puede hacer que la patronal conceda algo a los trabajadores, quitándoselo voluntariamente ella misma de sus ganancias.
- Vender la consecución de la firma del mal menor ante la debilidad de posición en el que se autocolocan al seguir el principio anterior, consiguiendo en la práctica retrocesos continuamente, que venden como menores a los exigidos por la patronal, pero que en realidad corresponden a los que tenían planificados.
- Excusar las pérdidas de derechos que firmaron, como sacrificio inevitable para impedir pérdidas aún mayores. Dejando éstas últimas reservadas para ser perdidas en las siguientes negociaciones.
Como resultado de esta forma de actuar durante más de 40 años, es como nos han colocado a la clase trabajadora en la actual situación de precariedad y pobreza. Y ello se debe al diseño desde el Estado de un sistema de negociación viciado desde su origen, donde se concedió a los sindicatos UGT y CCOO la prerrogativa legal de negociar en exclusiva las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores en los convenios colectivos sectoriales, pese a no haber sido elegidos por los trabajadores afectados para hacerlo. Dichas negociaciones se llevan a cabo de forma opaca por dirigentes liberados de esos sindicatos, desconocidos por los trabajadores, que no tienen que responder ante ellos de sus decisiones, con lo que disponen de manga ancha para llegar a acuerdos que no tienen que ser refrendados por los trabajadores en asamblea, y sin que estos puedan penalizarles personalmente en caso de que se vean traicionados.
Con ésta fórmula, al no tener que rendir cuentas por las decisiones, estos sindicatos se convierten en empresas intermediarias contratadas por la patronal para facilitarles la imposición de las condiciones laborales según sus intereses de clase. De manera que el diálogo social se convierte en un monólogo de la patronal con sus sindicatos a sueldo, donde los derechos laborales son la mercancía a eliminar a cambio de prebendas en la forma de subvenciones millonarias y liberados sindicales.
La salida para los trabajadores
En vista de la situación descrita, los trabajadores tenemos la perspectiva de seguir perdiendo continuamente derechos y obteniendo rebajas en las condiciones laborales, tanto en el convenio colectivo del sector como en los ámbitos donde estos dos sindicatos sean considerados como interlocutores válidos, pese a no serlos.
La única salida que tenemos los trabajadores es dejar de ignorar o resignarnos con estos sindicatos, pues eso no cambiará que lleguen a componendas con la patronal. Tenemos que cambiar nuestra actitud, dejando de delegar en otros la solución de los problemas que nos afectan en nuestros centros de trabajo, siendo parte activa de la organización de los trabajadores, implicándonos personalmente en desbancar a los sindicalistas que se presenten por dichas siglas a las elecciones sindicales, repudiandolos ante nuestros compañeros, y obteniendo mayorías en los comités de empresa y los órganos de representación para posteriormente obligar a negociar a los empresarios convenios de empresa pero ejerciendo la presión de la movilización junto con los compañeros, y junto con compañeros de otros centros de trabajo y de otros sectores. Así, a medida que estos sindicatos sigan cayendo en el número de representantes que obtienen, irán perdiendo la representatividad como mayoritarios, lo que hará que podamos expulsarlos de esas mesas de negociación de ámbito superior donde nos traicionan.
En esa ardua labor, el sindicalismo de clase en el territorio nacional tiene al sindicato ASC (Alternativa Sindical de Clase), que se encuentra en proceso de unificación con otros sindicatos a nivel nacional, con el que concentrar toda la labor de organización de aquellos trabajadores que estén dispuestos a transformar esta sociedad y revertir las continuas pérdidas, en conquistas de mejoras para el conjunto de la clase trabajadora.
¡Fortalece el sindicalismo de clase, organízate con la Alternativa Sindical de Clase (ASC)!